Como hemos estudiado en el aula, la monarquía inglesa se vio obligada a seguir un camino diferente de los países del continente. Mientras en la Europa continental las monarquías se caracterizaban por su carácter absoluto, siendo Francia el mejor ejemplo, la monarquía inglesa sufriría las consecuencias de la Revolución Inglesa. Dicha revolución tendría su momento culminante con la ejecución en 1649 del rey Carlos I.
La revolución, encabezada por Cromwell, acabaría con el deseo de Carlos I de instaurar en Inglaterra una monarquía absoluta. Carlos I había llevado a cabo una política basada en la imposición de altos impuestos a comerciantes y campesinos, no respetando la opinión del parlamento inglés. Ante esta situación, los puritanos (grupo religioso escindido de la iglesia oficial) decidió plantear la revolución para deponer a Carlos I.
La consecuencia fundamental de la ejecución de Carlos I y la creación de un periodo de gobierno dirigido por Cromwell, que no satisfaría plenamente al pueblo inglés, sería la implatación en 1688 de una monarquía parlamentaria. Esto significa que el rey ya no tendrá poderes absolutos, sino que deberá tener en cuenta la opinión del parlamento inglés. La importancia del establecimiento de una monarquía parlamentaria puede comprobarse si pensamos que actualmente es el tipo de gobierno que tenemos en España.
A continuación, os dejo una escena extraída de la película Matar a un rey (Mike Barker, 2003). En ella podemos ver el juicio a Carlos I, su actitud por ser juzgado y su ejecución final. Es interesante, sobre todo, que prestéis atención al modo en que se refiere Carlos I a aquellos que le juzgan.
Fuente: Canal Profesor Unrat. www.youtube.com
Escena. Juicio a Carlos I